Hablemos de ansiedad (en serio)

Sep 09, 2025

La ansiedad no llega de golpe.
Se instala en silencio.
Empieza con señales pequeñas, casi imperceptibles.

😮‍💨 Un suspiro más largo.
💓 El corazón que late un poco más rápido.
😵‍💫 Una sensación extraña en el pecho.

Y piensas: ya pasará.

Pero no pasa.
Se repite.
Se hace más frecuente.
Hasta que un día te paraliza.
Y ya no puedes seguir fingiendo que no está ahí.

Cuando miro hacia atrás, entiendo que fue la ansiedad la que me empujó a dejar el mundo corporativo.
En ese momento no lo reconocí.
Ni lo hablé con nadie.
Solo sabía que algo dentro de mí ya no podía sostener el ritmo, la presión, el control constante.

No fue una decisión heroica. Fue una necesidad.
Una llamada del cuerpo que ignoré demasiado tiempo.

👉 En los entornos laborales se habla poco de esto.
Se esconde.
Como si reconocerlo fuera debilidad.
Como si admitir que no puedes más te restara credibilidad o liderazgo.

Pero la ansiedad no discrimina.
Llega a ejecutivas brillantes, a líderes exigentes, a madres multitarea, a personas que parecen tenerlo todo bajo control.

Ponerlo en la conversación importa.
No para inspirar lástima, sino para romper el tabú y acompañarnos entre mujeres —y hombres también— que lo han vivido en silencio.

Hablarlo no te hace frágil.
Te hace consciente.
Te hace humana.

Porque todo está bien…
hasta que no lo está.

Y ponerle nombre es el primer paso para que deje de ser una carga solitaria.

Hoy, después de atravesarlo, entiendo que la ansiedad no vino a destruirme.
Vino a despertarme.
A obligarme a frenar, a escucharme, a elegir distinto.
A construir una vida y un ritmo que no me enfermen.

Lo comparto porque sé que no soy la única.
Y porque mientras más lo nombremos, menos pesará en silencio. 🌿