La fuerza que no siempre se ve
Hoy estoy en Bayreuth, despidiendo a mi hijo Santiago, que acaba de empezar la universidad. 🤩
Lo veo empacar, emocionado y nervioso, y no puedo evitar mirar atrás y pensar en mi propio camino.
Ser mujer en una oficina es un reto.
Ser mujer líder, aún más.
Y si a eso le sumas ser madre… el nivel de dificultad es nivel Dios, como dicen mis hijos. 😂
No puedo contar las veces que me sentí culpable.
Culpable por llegar tarde, por no poder ir a una función del colegio, por revisar el móvil cuando estaba con ellos.
Y más aún cuando algunas voces cercanas me repetían que no estaba dando todo por mis hijos,
que alguien más los cuidaba,
que era demasiado ambiciosa.
Pero yo nunca dudé de que debía trabajar.
Tenía el ejemplo de una madre que me mostró que las mujeres también tenemos un rol en la sociedad,
y un padre que me hizo creer que todo era posible.
Así que cada mañana llegaba a la oficina con los ojos cansados,
y cada tarde salía corriendo porque me estaban esperando en casa.
Hoy, mientras lo abrazo y lo dejo ir, me siento profundamente orgullosa.
De él, sí.
Pero también de mí.
Por no rendirme.
Por darlo todo.
Por tener la valentía de decir “no” cuando mi salud mental estaba en juego.
Por demostrar que incluso con cambios de país, de trabajo y de vida… siempre se puede salir adelante.
Este mensaje no es solo para las madres.
Es para todas las mujeres que lideran, que sostienen equipos, familias y sueños al mismo tiempo.
Para recordarles que es posible, que no están solas y que con esfuerzo, la recompensa llega.
Porque a veces, lo más valiente no es hacerlo todo perfecto,
sino hacerlo con amor, a tu manera, sin dejarte fuera.
♻️ Que llegue a todas las mujeres que hoy necesitan un recordatorio de su propia fuerza.