Reinventarme me enseñó el valor de ser visible
Por mucho tiempo no pensé en mi marca personal.
No la necesitaba.
Tenía un buen trabajo, un cargo importante, responsabilidades, un título que me respaldaba.
¿Para qué pensar en algo más?
Hasta que llegó ese momento.
Ese punto de inflexión en el que supe que quería reinventarme, pero sin tener claro cómo se veía “lo que seguía”.
Tenía la energía, las ganas, la certeza de que quería seguir aportando…
pero no sabía en qué, ni cómo, ni hacia dónde.
Fue ahí cuando me di cuenta de algo que cambió mi manera de ver el trabajo (y la vida):
👉 No basta con lo que hiciste.
👉 Necesitas que el mundo lo sepa, lo recuerde y lo valore.
Durante años había puesto toda mi energía en construir resultados, equipos y proyectos… pero había dejado de lado algo esencial: visibilidad.
Y cuando decidí empezar de nuevo, descubrí que eso que no había priorizado era justo lo que me faltaba.
Ahí entendí que la marca personal no es un lujo ni una estrategia de marketing.
Es la plataforma que te sostiene cuando decides dar un giro.
🔸 Porque quienes ya vivieron experiencias positivas contigo te recuerdan.
🔸 Porque de pronto tienes visibilidad para aquellos que no te conocían.
🔸 Y porque empiezas a abrirte a oportunidades nuevas, incluso en lugares donde jamás habías imaginado estar.
Hoy sé que reinventarse después de los 50 no significa empezar de cero.
Significa darle voz a todo lo que ya eres. 🧡
Y ahí es donde la marca personal hace toda la diferencia.
✨ Es tu altavoz, tu plataforma y tu carta de presentación en un mercado que necesita verte.
No lo planeé.
Cuando empecé, ni siquiera sabía qué quería ser ni adónde me iba a llevar este camino.
Solo sabía que quería seguir aportando.
Y sin darme cuenta, terminé creando un programa para acompañar a otros a hacer lo mismo:
a transformar su experiencia en una marca personal auténtica, visible y con propósito.
Porque tu próxima etapa no se trata solo de lo que hiciste.
Se trata de cómo lo cuentas, cómo lo proyectas y cómo decides volver a empezar.